La noche fue larga, duró siete mil años;
y me marché a los cuatro bares,
y bebí las cuatro pócimas;
y escuche todos los ruidos
y deambule por todas las calles.
Y a la mañana siguiente
volví al mismo pueblo. Pero no lo recordaba.
Sólo escuche una voz
que emergía de una casa blanca
“sabés?,
amo
el pueblo y me encandilan sus rúas”.
Entonces comprendí
Lo que conmueve es poesía.
Lo demás…tropos, pameos y poemas.
Cuando yo era un tierno brote abierto a la
esperanza
pregunté a mi maestro.
Y mi maestro me dijo:
“para
ser un buen poeta
hay
que ser artesano del verso y de la palabra,
esculpir
con el cincel de las letras
la
superficie blanca”
Entonces yo le conté cómo escribí mi primer
verso.
No fue con las palabras, no;
Que fue silbando,
tumbado bajo los pinos,
respirando el azul del cielo,
buceando en las entrañas de las rúas de un
pueblo encandilador.
José De la Minga de Dos Aguas (Valencia)