sábado, 28 de mayo de 2016

LA LUNA HABLA (Relatos costumbristas de la España de los años 1960)

 Nuestro amigo Fran nos brinda una serie de escritos realizados por su padre, Don Pablo, donde relata de una manera sencilla pero profunda la historia cotidiana y costumbrista de la España de los años mil novecientos sesenta. Unos escritos manuscritos realizados con una letra impecable que con gran cariño (no sin motivo) conserva y que ha querido dar a conocer a través de nuestra Agencia Nuevas Dimensiones como un homenaje a aquellos hombres sencillos y luchadores de una España precaria donde como a tantos otros  le toco vivir. Escritos realizados en Paris, donde tuvo que emigrar, pero desde siempre evoca a "su" España.
Gracias Fran por este bello gesto del que estamos seguros tu padre estará orgulloso pues nos cuenta que  siempre quiso que se publicarasen e incluso llego a enviarlos a los diarios ABC , YA, y Pueblo, en cartas certificadas, que nunca tuvieron respuesta.
Primero publicamos LA REBOTICA (en tres "trozos") y ahora LA LUNA HABLA
Prólogo
La originalidad de mi presente artículo, con ribetes literarios, titulado “La Luna habla” ha surgido, saliendo a la luz y teniendo como fondo, una fina ironía, en completo marinaje con una suave y sutil sátira, contra aquellos que, a mi juicio, les abriga la ilusa fantasía de llegar a lo desconocido.
No me tachéis como enemigo del progreso, ni de retrógrado, mas tampoco creyente de lo que un día predijo Julio Verne con sus fantasmagóricas aventuras.
Yo creo, antes bien, que esto es materia velada, que se quiere saber y profundizar, sin llegar a comprender que es la obra exclusiva del Sumo Hacedor; incapaces los hombres de descifrar y descubrir sus misterios.
                                                               El autor
                                             LA LUNA HABLA
Confieso que soy humilde y modesta; por ser lo no me ruborizo al decir, que si brillo, es por la luz prestada por mi compañero Febo, y que comparada con éste, sé que solo soy un triste farolillo de verbena.
¡Pero qué ingenuos que sois los hombres, que tratáis de conocer mis secretos! Sabéis que rijo con mis des destellos el flujo y reflujo de las mareas en los Océanos, y que, aunque mi vida la hago de noche, soy honesta, púdica, y honrada. Aunque femenina, no soy coqueta, y como discreta, me retiro con las primeras luces del alba.
Mantengo mi cortesía en los eclipses, cediendo el paso a otros astros que, por, momentos breves, en mortecina luz me dejan velada. Soy antorcha y guía nocturna de los navegantes. Alumbradora de panteones, mausoleos y epitafios, en las noches de plenilunio.
Doy inspiración a los pintores y poetas, me cantan las musas y en los paisajes soy alma, por intrínsecos motivos líricos. De noche, en la paz sepulcral de los cementerios, en su macabra escenografía, con mi blanquecina luz, hago semejar a los cipreses, agujas de viejas catedrales góticas. El salón del magnate no ilumino; pero su tumba, sí.
 Soy aliada de Cupido, vosotros bancos solitarios de paseos y jardines, leales confidentes en los atardeceres festivos de….. ¡cuántos idilios amorosos bajo mis pupilas serenas! ¿Habrá para los caminantes, cosa más sublime y emotiva, que una noche estrellada, de luna clara y serena?
Soy prudente y callada de todo cuanto veo y pasa en las madrugadas. Me tratan de melancólica como el Otoño, pero os juro, como satélite que soy, y haciendo honor a mis cuatro fases, de que soy más poética y jovial que éste.
¡Pero esos científicos que tratan de escrutarme! …- me río de ellos – entre cúmulos, les guiño el ojo, me burlo de sus intentos.
                ¡Tristes pigmeos ante la cordillera del Himalaya!
Debéis de ocuparos y orientar vuestras continuas investigaciones; daréis más fruto a la Humanidad; encerrándos  entre blancas paredes de vuestros silenciosos laboratorios tratar por todos medios  de descubrir el antídoto que finalmente cura el cáncer. Librar batalla a campo descubierto para vencer a virus, microbios y bacterias.
Tengo preparado el banquete para aquellos cosmonautas  que sean los primeros que me visiten. Por educación seréis bien recibidos, pero me temo que los manjares preparados para este fin, jamás lleguen a consumirse.
Por ventura, ¿es que pensáis aparcar hacer “camping” y pernoctar en mi morada? Os advierto que “Viajes Meliá” por altas razones meteorológicas y de locomoción, todavía no tienen instaladas sus oficinas de información y propaganda.
No penséis que aquí tengo licores y menos que haya ninguna botella exótica que pueda exhibirse  en el madrileñísimo museo de Perico Chicote
Aquí no penséis encontrar atmósfera, vegetación, ni siquiera musgo, inmensos cráteres y abismos infranqueables  encontrareis por doquier. Si tratáis de llegar aquí, jamás será; os quedareis decepcionados y exhaustos, al encontrar solamente tierra calcinada y sedienta.
¿Influirá Neptuno para que aquí las ánforas de las nubes cabalguen secas?
Me dirijo a vosotras,  Naciones y os agradezco infinito el enorme y cuantioso gasto que hacéis en pruebas y  experimentos para intentar visitarme, pero lo vería en mejor grado, que esa enorme cantidad de dinero que gastáis tan inútilmente fueran invertidos en forma tal que redundara exclusivamente en beneficio de vuestros propios países.
Pero, ¿es que queréis saber más que el  que me dio ser?
 ¡Oh mi Dios Omnipotente! Tu obra no está al alcance de ninguna mente.
                                                                Pablo Segura Badía
París, febrero de 1964

  Nota de la Luna
                      Estaba equivocada; una cápsula espacial llamada Apolo XXI estuvo dando vueltas alrededor de mi órbita, y yo recelosa empecé a fruncir mi ceño. Y sin que me pidieran permiso los astronautas Armstrong y Aldrin, en Septiembre de 1969 alunizaron y me hicieron una visita. Pero yo estaba vigilante y desconfiada. Armstrong me plantó una pica que me hizo daño y se llevó unos pedruscos. Durante media hora estuvo pisoteándome mientras yo humildemente me aguantaba y no me quejaba. ¡Cualquiera les dice algo a estos norteamericanos!
Que tranquila me quedé cuando vi que se alejaban. Ellos creían que habían descubierto algo que ya estaba.
                       Y  eso pasó porque Dios quiso que pasara...
Añadido el 25 de febrero de 1970 
Agencia de noticias NUEVAS DIMENSIONES con sede en Valencia (España)