Prólogo
La muerte,al hacernos su inevitable y fatal visita,...
MEDITACIÓN
Permitidme que haya hecho un canto y elogio a la muerte, aunque nadie la queremos, pero es justa y equitativa, humana y sencilla, a nadie engaña, igual penetra en la más humilde y apartada cabaña; que asalta sin protocolo la alcoba regia del Soberano. A todos democratiza, a todos iguala y a nadie perdona pero todos tenemos un algo invisible é inmortal, que es el alma, y el espíritu se eleva ¡te vence!.
Pablo Segura Badía
NOTA.-
Primero publicamos LA REBOTICA (en tres "trozos"), LUEGO LA LUNA HABLA y
ahora VIDAS TRUNCADAS, como siempre, en vuestra Agencia de noticias NUEVAS DIMENSIONES con sede en Valencia (España)
El
presente artículo de “Vidas Truncadas” tiene como única finalidad; el
de dar un fuerte y certero aldabonazo y señal de alarma; a la confiada
juventud, descarriada en los vicios, en los placeres, poniéndoles como
viejo ejemplo, serios y profundos pasajes dramáticos, que sirven de
freno y consejo para su conversión.
Así lo desea de todo corazón
Así lo desea de todo corazón
“VIDAS TRUNCADAS”
El
joven que al terminar su carrera, pletórico de optimismo, rebosante de
proyectos é ilusiones, ve, de momento con súbito espanto, al alzarse la
amenaza inesperada de la muerte; tiene que renunciar al amor para
ingresar en un Sanatorio.
Cruel
y mortal dolencia, así le obliga su vida desordenada, licenciosa, vida
de noche, de cabaret, de desenfreno, que la actual vida moderna, en la
constante sucesión de los días; trae consigo, han sido los
principalísimos factores, de llevarle cogido de la mano al borde de la
fosa.
Cuando
en íntima curiosidad se contempla ante el espejo, y este le refleja la
fiel y exacta verdad; entonces observa y medita, se da perfecta cuenta
de su triste realidad ve su aspecto cadavérico, sus ojos hundidos, sus
pómulos salientes, la nariz afilada, las orejas blancas y transparentes
debido a la falta de hemoglobina y glóbulos rojos en su sangre.
Ante este terrible drama, que se juega; nada menos, que ¡la defensa de su vida! Jura y hace fiel promesa de su enmienda, para el día que el cree cercano que se restablezca, triste ilusión, ¡es ya demasiado tarde!
Ante este terrible drama, que se juega; nada menos, que ¡la defensa de su vida! Jura y hace fiel promesa de su enmienda, para el día que el cree cercano que se restablezca, triste ilusión, ¡es ya demasiado tarde!
Y
así, con la suave esperanza de su curación, en un claro día de otoño, y
en aquella habitación ventilada del Sanatorio, en placidez serena,
terminan sus días aquella vida truncada por el vicio y la lujuria,
llevándose a la tumba sus proyectos é ilusiones, que él pensaba realizar
para un futuro próximo, cayendo todo por tierra como castillo de
naipes.
La tuberculosis
La tuberculosis
Juventud
ser más prudentes, vigilad vuestra salud, huir del vicio, pensad que a
vuestra edad, es la de las locuras, de las irreflexiones y también
¡jamás olvidarlo! En la que mejor prende la tuberculosis.
Jóvenes
ser más amantes de la Naturaleza reflexionad bien: si cada minuto que
pasa no ha de volver ¿por qué a vuestra edad malgastáis el tiempo,
permaneciendo horas y horas apoltronados en las sillas del café
envueltos en una atmósfera viciada y nociva, mientras que allá, lejos,
en el campo, sobre el horizonte, cuelga la tarde sus tapices escarlata?
Por
otra parte; la madre que ve a su hija en el lecho, en plena juventud, y
que ésta en su marcada euforia os habla de amor, de matrimonio, quizá
de … maternidad, mientras el médico que la asiste observa el acelerado
ritmo de su pulso, y unas casi desapercibidas décimas de fiebre, unido
esto a un ligerísimo sudor nocturno, y a una delgadez progresiva, se da
perfecta cuenta el médico, de que los días de la enferma están contados,
dándole la sensación de que tiene entre sus manos, a un muñeco que se
desarticula, que se rompe a veces el médico reniega de su ciencia que no
puede salvar. ¡Sombrío realismo!
La
enferma desconoce, que en sus pulmones corroídos por el bacilo de Koch
anida la tuberculosis. Su madre más sagaz, llorando a escondidas
adivinando su triste fin, piensa, recela, nota en el rostro de su hija,
las violáceas ojeras; sus pechos lacios, la mirada vaga, escapándose de
entre sus labios, un hilito de casi imperceptible sangre, y una
tosecilla débil y apagada que la mayoría de las veces trata de ocultar.
Y
así, en completa lucidez, cuando la enferma cree dispar las negruras de
su mundo interior; incorporada en su mullido lecho, y con la taza en la
mano ó quizá contestando a los que le preguntan de qué si está mejor,
sin darse cuenta, sin un estremecimiento, sin una contracción, y con los
ojos entreabiertos, y la mirada fija, da el paso definitivo y trágico a
la eternidad.
¡Bella flor de lirio
Del búcaro fue cortada!
La muerte,al hacernos su inevitable y fatal visita,...
Así
lo ha querido Nuestra Señora de la Muerte, llevándose entre sus garras,
una de tantas vidas, que con su guadaña siega en flor. La muerte, al
hacernos su inevitable y fatal visita, viene silenciosa, muda,
tranquila, no la apercibimos, no nos damos cuenta, viene con zapatillas
para que no oigamos sus pasos a veces espera quieta, inmóvil a los pies
de la cama acurrucada en su sudario blanco, el momento del estado de
coma, en que nos quedamos sumidos, dando sensación, al parecer de
entregarnos a un profundo y dilatado sueño.
Vosotras
jóvenes que en vuestros tiernos años, no tenéis todavía experiencia de
la vida, ser cometidas y honestas pero … ¡esas salas de fiesta y de
dancing! Incubadoras de la inmoralidad, provocadoras del pecado,
distanciadas de la virtud, escuela de frivolidad, las que alternáis en
ese ambiente, bajo un marco de derroche de luz, sonido, color y una
estela de perfume persistente, entre fingidas sonrisas y sorbos de
champán, soléis acabar, la mayoría, vuestros últimos días en el
Sanatorio ó en el Prostíbulo.
Cómo
Conquense que soy, y haciendo fiel honor a mi hospitalaria tierra, mis
consejos no pueden ser más nobles y sinceros, para que podáis fortalecer
vuestros propios muros débiles, y templarnos cuan fino acero de una
espada Toledana.
Y
así terminan éstas vidas que yo titulo Truncadas, cortadas
prematuramente, sin haber podido recoger, el fruto de la eterna y bella
juventud.
¡Han
pasado los años! Entre alegrías, sorpresas, y sinsabores, y cuando
pensamos que nuestras ilusiones han sido arrastradas por huracanado
viento hacia la edad madura y senil, y cuando en la cabeza, van echando
ceniza sobre nuestros cabellos, y el hombre que al llegar a su vejez,
agotado por su trabajo, desamparado a veces, incluso por la misma
sociedad, es lógico y natural que sienta profundísimos deseos de
evadirse a grandes zancadas de este mundo que tan ingrato le fue.
El
viejo que cargado de años a su espalda, lleno de ingratitudes (pues no
suelen estar alfombrados los caminos de la vida) y saturados de
desengaños, que el mismo comprobó a través de su larga vida, no es de
extrañar, que si es rico tienen prisa de que muera, para heredar; y si
es pobre les molesta y pesa la carga, encontrándose solo, sin
esperanzas, sus ilusiones ya marchitas por los dolores y enfermedades,
mire y contemple la tumba, con deseo vivísimo y creciente de caer en
ella; la única que con fraternal amor, le redime y le acoge.
MEDITACIÓN
Permitidme que haya hecho un canto y elogio a la muerte, aunque nadie la queremos, pero es justa y equitativa, humana y sencilla, a nadie engaña, igual penetra en la más humilde y apartada cabaña; que asalta sin protocolo la alcoba regia del Soberano. A todos democratiza, a todos iguala y a nadie perdona pero todos tenemos un algo invisible é inmortal, que es el alma, y el espíritu se eleva ¡te vence!.
En
el fugaz, breve y transitorio paso de nuestra vida por el mundo,
debemos tener la suficiente resignación cristiana, y la completa
satisfacción de habernos portado todo lo mejor posible con nuestros
semejantes, socorriendo al pobre que llamó a vuestra puerta, no
malgastando en lujos ni caprichos superfluos, mientras otros carecen de
los indispensable para la vida, y procurando hacer todos buenas obras,
para que así de ésta forma seamos dignos acreedores de la bondad
infinita y misericordiosa de nuestro divino Dios.
París, febrero de 1964
VIDAS TRUNCADAS (Relatos costumbristas de un español en París en los años 1960)
VIDAS TRUNCADAS (Relatos costumbristas de un español en París en los años 1960)