Dos Aguas (Valencia) podría ser un pueblo con “encanto” si se abre a los visitantes
De manera muy casual, hemos visitado el pueblo de Dos Aguas un municipio de la Comarca de la Hoya de Buñol, que nos ha sorprendido por las posibilidades de desarrollo cultural y lúdico que atesora.
Hemos visitado el pueblo atraídos por varios artículos que han aparecido en diversos “blog’s” y que relacionaban el pueblo con toda una serie de cuentos cortos y leyendas de, y sobre, sus moradores, que nos habían fascinado.
Hemos encontrado un pueblo aupado sobre una colina que corona un viejo castillo en reconstrucción, generalmente pintado de blanco, roto por algunas casas con colores rompedores, que, bien cuidado, nos podría transportar a los pueblos de la serranía de Huelva (como Alájar o Aracena), a los pueblos blancos de Almería (como Mojácar o Vélez-Blanco), o a los muchos pueblos con encanto de la península, y que, por tanto, guarda un potencial turístico nada desdeñable para la zona. Quizás por eso surge el eslogan que hemos leído: “Dos Aguas, un pueblo que encandila”.
La llegada al pueblo, por cualquiera de sus rutas, nos ha traído la imagen de largas filas de ciclistas subiendo, o bajando, las empinadas cuestas que coronan los accesos a este pueblo privilegiado de la serranía. Otra hora, nos cuentan, los moteros de fin de semana copaban los bares para descansar y comentar los paisajes, sin límites, que habían podido contemplar durante el recorrido festivo que habían realizado.
Hoy en día, son muchos los turistas, ingleses o alemanes sobre todo, que se acercan al pueblo para disfrutar de un paseo por sus empinadas calles, donde ponen a prueba sus límites de resistencia física y visual, en la búsqueda de esos rincones escondidos en sus tortuosas veredas, que, como decimos, bien cuidadas atraerían a un sinfín de curiosos que buscan escapar de las grandes ciudades.
Por otro lado, como promocionan los trípticos promocionales del Ayuntamiento: “El término alberga un importante conjunto de abrigos con pinturas rupestres, declarados Patrimonio de la Humanidad…… utilizados por los hombres del Neolítico y del Eneolítico (hacia el 4.000 a. C.) para apostarse y acechar a los animales que posteriormente cazarían, principalmente cabras y ciervos, a los que pintaban en ágiles escenas de combate y caza para propiciar la buena suerte en los lances….”